Que pena que no seas infinitud; que pena que no vayas a estar
aquí junto a mí mañana, cuando después de tanta calma se acerque la tormenta;
que pena que no vaya a volver a sentir tu aliento contra el mío cuando nos
separemos después de habernos fundido el uno en el otro; que pena no volver a
sentir el calor de tus manos en el hueco de mis costillas, mientras acaricias
mi piel, como si yo fuera ese tesoro que tú siempre has ansiado…
Que pena que la vida nos este haciendo vivir esto, después
de haberlo sido todo durante tanto tiempo, mientras estábamos juntos.
Pero bueno, supongo que este es el precio que ambos tenemos
que pagar: yo por intentar que tus puertas jamás se cerraran y tú por intentar cerrar
las mías.
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